Es paradójico que muchxs de los que dicen que los “hechos de violencia“ no sirven porque después “los medios no hablan de otra cosa“, basen su análisis en lo que vieron por esos mismos medios. Es paradójico que los medios hablen de violencia cuando un pueblo se levanta, rabioso, frente a la injusticia, pero nunca hablen de la violencia institucional, de las complicidades de la Justicia, los gobiernos provinciales y la policía frente a la trata de mujeres, frente a la explotación sexual.
Para ustedes, compas, que se escandalizan con los hechos violentos de ayer, déjenme decirles que la violencia viene desde arriba, y que la rabia de ayer no fue solo la de “los boludos de siempre“ (sic) que van desde la casita con las mochilas llenas de piedras. Fue la de todxs lxs que llegamos y nos encontramos en la más profunda indignación, en la sensación de soledad total, una vez más, como siempre en estos temas. Y fuimos todxs lxs que hervimos de bronca cuando se acercaba la maldita policía, esa que no podía sostenernos la mirada por la verguenza de saberse parte fundamental de la cadena de complicidades que sostienen el negocio de la trata. Yo también tuve ganas de tirar piedras, aunque la Casa de Tucumán no fuera un prostíbulo, no fuera la casa de los jueces, ni siqueira la de la policía o Alperovich. Pero yo también tenía ganas de tirar piedras, porque las movilizaciones populares también son simbología, son carne, son sangre caliente, y esto era, entre otras cosas, todo eso.
Décadas de represión, de opresión, de una policía parada siempre en las antípodas del pueblo, no se arreglan con un discurso pacifista de conciliación... menos cuando la opción es la de una Justicia que no sirve.
Las acciones violentas de los pueblos, desde abajo, son respuesta a las violencias ejercidas desde el poder, desde arriba. Así que, más o menos de acuerdo con unos u otros actores (y si realmente queremos hablar de violencia en las luchas populares tendríamos que dedicar bastante más para realmente profundizar y reflexionar a la altura necesaria) no comparemos, no lo banalicemos bajo la falsa dicotomía paz-violencia y no lo pongamos en el mismo nivel como si fuera “caer en lo mismo“.
Y, en última instancia, si de verdad lo que les molesta es que sea “poco inteligente“ porque “los medios bla bla“, entonces empecemos por no reproducir la misma agenda, empecemos por hablar de lo que queremos hablar. ¿Cómo queremos que los medios no vendan su basura triturada si nosotrxs mismos se la reproducimos?
Como dijo Bertolt Brecht: "Del río que todo lo mueve, dícese que es violento, pero nadie llama violentas a las márgenes que lo comprimen"
pequeñas partecitas de mi que escapan de la pecera de lo privado, para explotar en lo flotante de esta (des)comunicación virtual. (o algo así)
13 de diciembre de 2012
29 de noviembre de 2012
en el subte: menos la luz del sol
Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste?... salís de tu casa, por Correa. Lo de siempre, la calle y vos... Cuando de repente, subte, línea D, se aparece él. Mezcla rara de penúltimo rockero y de primer hippie en el viaje al norte: gorrito marrón en la cabeza, los cuadros de la camisa post grunge pintados en la piel, dos lonas clavadas en los pies.
“este tema es de uno de los mejores discos del rock nacional, se llama artó, se escribe artaud, busquenló si quieren“, dice.
Y así, medio bailando y medio volando, me regala una sonrisa, y me canta...
8 de noviembre de 2012
¡Pero che!
Che boló, qué bueno que esta gente salga a manifestarse, es la posta, hay que tomar las calles, no queda otra, como cuando salimos a exigir la aparición de Alfonso Severo, el mes pasado... ah no, pará, ahí no estuvieron... bueno, no habrán podido ir. Pero seguro alzaron la cacerola cuando desapareció Julio López y reclaman cada 18 de septiembre por él, y en enero por Luciano Arruga... ah, ¿no? Bueh, se les complicará con el laburo, la casa, los chicos... pero no me cabe duda de que estuvieron pidiendo justicia por Mariano Ferreyra en el festi de septiembre, apenitas días después de su espontáneo primer cacerolazo... ups, ¿tampoco? Bueno, es que son gente muy ocupada. Pero seguro que están cuando hay que salir en contra de la Barrick, de Monsanto, o seguro estuvieron apoyando la lucha Qom en los largos 6 meses de la 9 de julio... y seguro acompañan a las Madres y Abuelas cada 24 de marzo, seguro recuerdan a Fuentealba en abril y a Pocho Leptratti y a Darío y Maxi y a Cristian Ferreyra y a las mujeres desaparecidas para ser sus putas y a los pibes asesinados por la policía y a... mmm no, ¿no?
Y bueno, está bien, hagan la suya, que mañana volvemos, que nuestros sueños no caben en sus cacerolas de teflón, nuestros sueños se cocinan en ollas populares, a fuego lento pero seguro, para que al final, con un rock and roll o alguna cumbia de fondo, juntxs y organizadxs, siempre comamos todxs.
Y bueno, está bien, hagan la suya, que mañana volvemos, que nuestros sueños no caben en sus cacerolas de teflón, nuestros sueños se cocinan en ollas populares, a fuego lento pero seguro, para que al final, con un rock and roll o alguna cumbia de fondo, juntxs y organizadxs, siempre comamos todxs.
Desde:
Manifiesta,
Pensamientos espontáneos
11 de octubre de 2012
Posadas recibió al 27° Encuentro Nacional de Mujeres
Van 27, me digo y me recuerdo (y me reafirmo a mí misma en esa afirmación) mientras pienso en el modesto alcance que imaginaban aquellas que participaron del tímido primero. Van 27, me digo y me reafirmo mientras pienso en aquellas que imaginaban tantos de los triunfos que hoy celebramos en alegre rebeldía. Van 27, me afirmo, orgullosa, y me ilusiono entonces con la idea de ver tantas de nuestras luchas plasmadas en logros concretos el día de mañana, o dentro de un rato, o ahora mismo, por qué no. Porque los Encuentros Nacionales de Mujeres son un logro en sí, en su simple realización, en su simple ser, existir; se critica que no sean resolutivos, que no busquen el posicionamientos político-partidario, que no se vote, que no se jerarquice. Pero es que no son nada de eso.
Es difícil explicar -conpalabrasdeestemundo, diría Alejandra- lo que se vive en estos espacios. Es todo tan rápido y tan intenso que la emoción más profunda a veces empieza a llegar horas después del arribo a la ciudad o pueblo de cada una, en la vuelta a la cotidianidad, al barrio propio, a las gentes y actividades de nuestras vidas corrientes. Quizá recién ahí podemos empezar a bajar todo lo que vivimos y reflexionamos en tan corto tiempo, para entonces sí cosechar un fruto palpable que nos permita empezar a cambiar nuestras vidas en nuestros espacios de lucha y construcción, en nuestros territorios.
“Algo cambia en cada mujer que participa“ es el acertado slogan desde hace años, junto con “El Encuentro somos todas“, un claro manifiesto de pluralidad y diversidad no tan fácil de encontrar en los espacios políticos del mundo entero. Y es que en los Encuentros están las troskas, las kirchneristas, las anarquistas, las independientes, las organizadas, las individualistas, las que no saben mucho de qué la va, las que marchan en tetas, las que marchan en tacos, las profesionales, las intelectuales, las que no terminaron el colegio, las militantes, las no militantes, las católicas, las herejes, las casadas, las solteras, las madres, las hijas, las embarazadas, las que abortan, las que no, las argentinas, las latinoamericanas, las indígenas, las mestizas, las trotamundos. Y entre todas los encuentros se llenan de magia y energía y una pulsión de lucha que, me animo a decir, pocas veces se ve de manera tan concentrada e intensa.
Pasa volando: tres días de vorágine corporal y mental. Apertura, talleres, festival en la plaza, dormir poco, talleres nuevamente, charla de mujeres latinoamericanas, siguen los talleres, redacción de conclusiones, marcha, peña final, acto de cierre, alección del próximo destino por aplausómetro y vuelta al hogar. Y aún en ese ritmo frenético, desde el principio y contínuamente aparecen los balances; se piensa, se reflexiona, se cuentan cosas que quizá no se contarían en ningún otro contexto. La comodidad, la confianza, la plenitud incomparable se vive desde el principio. Somos más nosotras que nunca.
La marcha es un capítulo aparte. Para muchas es el climax del encuentro. Es el descargo total, es la comunión final, la alegría, la caminata, los saltos, los cantos y, finalmente, la rabia desatada a esa institución que encarna el origen de todos nuestros males: la iglesia católica. Todas las marchas confluyen en la Catedral, donde esperan varones encadenados con sus brazos rezando el padre nuestro para liberarnos a nosotras de todos nuestros pecados de brujas locas y malas... o quizás quieran liberarse ellos mismos de los suyos, quién sabe. A veces nos esperan con una valla policial en el medio; otras no, y entonces la lucha cara a cara se hace más carne que nunca. Se sienten los restos medievales de una cultura que parece olvidada pero que está más viva que nunca. Les gritamos, los acusamos, “ustedes se callaron cuando se las llevaron“, esquivamos sus cabezas para encontrarnos con sus hembras, ubicadas siempre por detrás, para invitarlas, al grito pelado de furia e indignación: “mujer, escucha, ¡únete a la lucha!”. El padre nuestro aumenta el volumen a medida que vuelan aerosoles, chicas besándose y pezones revoloteando las escalinatas. Chorreamos rabia, estamos rabiosas, y nos encanta, porque eso es la lucha, ya habrá tiempo para pacifismos y tolerancias, hoy no, es violento, pero violencia... violencia es el aborto ilegal, la trata de mujeres, los mandatos sociales, las imposiciones, la opresión. Violencia... es mentir.
De vuelta en los micros todo es intercambio, ¿cómo te fue en el taller?, ¿se debatió?, hubo bardo, estuvo tranqui, llegamos al consenso, no llegamos, me pasé contacto con tal, pensamos en hacer esto, reflexionamos aquello. Los cuestionamientos sobre nosotras mismas y nuestras prácticas no cesan, se nos quedan tatuados sin dejarnos escapar, nos obligan a seguir pensándonos incansablemente.
Porque como hace 27 años, los Encuentros son un espacio único e inexplicable. Un espacio que sorteó gobiernos, leyes, crisis económicas, que se realizó durante años en el Día de la raza y que ahora se realiza en el Día de la diversidad cultural. Un espacio que lucha y se nutre de los cambios que nosotras mismas motorizamos. Un espacio que una vez que conocés, ya no querés abandonar nunca más.
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