16 de septiembre de 2012

De adolescencias explosivas

Teníamos 15 ó 16 años, estudiábamos poco, pero leíamos mucho, nos gustaba fumarnos uno antes de entrar al colegio y militar activamente en el centro de estudiantes. Salíamos de fiesta y discutíamos política en las “previas“, nos escabiábamos en el río y nos peleábamos con los rectores y profesores (algunos profesores, los merecidos de aquello) cada vez que podíamos; de vez en cuando caía la policía y terminábamos declarando por una piedra justiciera en medio de alguna pelea adolescente.
Septiembre era nuestro mes preferido: el 21, festejábamos la primavera en una jornada maratónica en plaza francia al ritmo de Un Kuartito y su ska de hierbita y tetra brik; el 16, en cambio, pintábamos banderas, nos juntábamos con los colegios de la zona y agitábamos el subte a puro redoblante y cantito hasta llegar al congreso, y marchar. Recordábamos la noche del '76, y sosteníamos el reclamo del boleto estudiantil. Nuestros lápices seguían escribiendo, como hoy.


(No, en la foto no estoy yo)

6 de septiembre de 2012

de apuros y llegadas tarde

había apurado, y sin embargo sabía que era tarde, pero ya no importaba.
tenía lágrimas secas de tanto esperarse, de tanto posponerse, y sin embargo no dejaban de salírsele de a borbotones, más líquidas que nunca.
había apurado y no quedaba más que el cierre feroz de la posibilidad quemada o la ilusión arriesgada de quien elige ser feliz por un ratito, aunque eso implique la posibilidad de una infelicidad posterior, dolorosa, insoportable.
había apurado, había recibido el rebote del impulso, había intentado de nuevo y había entrado por una endija, fina, pero –sentía–, llena del mismo aire que respiraba, que buscaba respirar.

aquella noche de aire y apuros tardíos prefirió no seguir pensando. prefirió no evaluar orgullos ni regateos, ni miradas punzantes ni esquives a aquellos abrazos circunstanciales.
aquella noche prefirió ser.
se prefirió incompleta, menos guerrera, más dócil.
aquella noche, por primera vez, cerró los ojos, durmió todas las horas seguidas, sin el despertar de la ansiedad, del miedo, del no relajo.
aquella noche durmió,
y cuando despertó,
el día ya había llegado.





*dibujo de vero gatti