13 de enero de 2010

Esperame un rato más


Tenía la sensación de llegar tarde, de ya no poder entrar.
A pesar de haber ido cien veces a ver a Las Pelotas, a pesar de cantar y saltar (y hasta de esguinzarme un tobillo en uno de sus shows), había algún lugar al que, sentía, no podía acceder. No sé si en ese momento lo tenía demasiado claro o me di cuenta más tarde, después de aquel recital que compartí con mi amigo Ale, (no éste, sino otro, que curiosamente también lleva un apellido con S y es músico) y después de leer no recuerdo dónde algo así: Uno trabaja de esto, le gusta la banda, pero no llega a disfrutarla realmente hasta que no encuentra la gente correcta para hacerlo..

Un día la encontré, a la gente y a la banda, y me enamoré del Bocha y de su magia como hacía mucho tiempo no me enamoraba. Me enamoré de su voz, de su mirada, de sus canciones, de su transparencia envidiable, casi irrepetible en nuestro rock. Me enamoré sin la inseguridad de la no correspondencia, sin el miedo del porrazo. Pero el porrazo llegó igual. Y dolió.

Enero de 2009 me encontró entero en la gran ciudad y febrero, casi de casualidad, en la provincia de Córdoba, vagando entre San Marcos Sierra, Mina Clavero y Nono.
Llegué a Nono unos días después del 12 de ese mes y donde esperaba encontrar un santuario lleno de fotos, cartas y alguna que otra botella, no encontré más que un par de flores ya marchitas por el sol y la sequía del verano.

(En realidad, fue un alivio.)

Estaba sola, con un perro que me había seguido desde el camping, una riñonera flaca y una cámara de fotos que nunca me animé a sacar de la funda. Había salido a comprar verduras para el almuerzo y, aunque sabía que me iba a desviar hasta ese lugar, por algún motivo no lo había dicho a mi gente, como si necesitara de la soledad total, del anonimato, del secreto.
Ya ahí me senté lo más cerca que mis lágrimas aguantaron y miré. Miré un rato largo, todo, o nada, no me acuerdo ya, pero sé que miré mucho, miré hasta que me dolieron los ojos y el corazón y al final, en cuclillas, mientras intentaba levantarme, bien despacito para no romper con la tranquilidad que me rodeaba, le dije susurrando:


disculpame, Bocha querido, por haber tardado tanto en llegar.



Alejandro “Bocha“ Sokol. (30 de enero de 1960 - 12 de enero de 2009)

La foto que nunca saqué (pero otros sí)

6 comentarios:

Flake dijo...

me hiciste lagrimear, que hueco que dejó el Bochita... la puta madre

para los videos tenés que copiar un codigo que te sale en yutub abajo de la pantallita.
compartir____insertar--- copias el código y lo pegás en el cuerpo de la entrada, podes ver si quedó bien con la opción vista previa.

hernan dijo...

no sé cuántos tipos son capaces de provocar palabras como estas. Gracias por compartir las emociones.

carolina rosales zeiger dijo...

gracias a uds por leerme en este espacio cuasi anónimo y escondidito. (y gracias flake por la data del videíto!)

abrazos

Te lo digo con amor dijo...

Muy emotivo, Caro.
Y los espacios cuasi anònimos y escondiditos son los màs ricos...

Vicky dijo...

Simple y hermoso, desde el corazón, como las cosas más lindas. Me hiciste emocionar.

carolina rosales zeiger dijo...

Muchas gracias Vicky!