16 de diciembre de 2013

Se va


El calorcito y que todas las noches terminen en birra: ahora sí que se acaba el año. 

Y con eso podría hacer balances, medir logros, proyecciones alcanzadas o pequeños fracasos de esos en los que no creo. Podría pensar cuántos minutos perdí esperando colectivos o cuántos abrazos gané mirando cielos; podría pensar en lo que quedó en el camino o ir a buscar aquella lista de ''Metas para 2013'' que en realidad tiré en agosto, agobiada y aburrida por esa pulsión ridícula de querer controlar impulsos o suertes. Podría hacer todo eso y más o nada de eso y menos, llorar de emociones varias o dejar melancolías para hundirme en el más oscuro punk rock sin importar los matices que hacen a todo mi yo, mi yo contradictorio, en puja constante, en búsqueda constante. 

Podría evitar todos estos lugares comunes y no decir nada. Podría elegir decir algo genérico, como para llenar este espacio sin sentido, como si fuera alguien, como si importara algo. Pero no. No sé nada de eso y está bien. No importa. En realidad importa una sola cosa, casi la única que puedo sacar en blanco, pura, de este 2013: estoy rodeada de gente hermosa. Y eso es todo.

11 de noviembre de 2013

Lunes. En realidad martes. 2 am. En realidad 1.45. Salgo a la terraza a fumar un cigarrillo.
El silencio es casi total. De la General Paz sólo llega el viento y un grillo canta permanente.
Me apoyo en la baranda atravesando antes un hilo brillante que apenas llego a ver por la oscuridad. Baba del diablo, le dicen. Por la calle Correa aparece un perro que corre desaforado como yendo a buscar vaya una a saber qué. Es el tontín; así lo llamamos por su perseverancia para seducir a las perras del barrio sin éxito. Llega a la esquina de Zapiola y mira fijo al balcón de enfrente como exigiendo algo. Se distrae. Levanta la pata y mea uno de los cajones estacionados en la verdulería que ahora duerme. Se olvida rápido en qué estaba y vuelve al trote por donde vino. Sus patitas hacen eco en el barrio de madrugada, junto a mi cigarrillo que se consume más por el tiempo y el aire que por mis pitadas. Escribo todo esto mentalmente y pienso qué bueno sería poder hacerlo en simultáneo, en una pantalla virtual que refleje mi pensamiento. Ayer me vi tres capítulos al hilo de Black Mirror. Distopía total. En la casa de enfrente las habitaciones están apagadas pero las televisiones prendidas. Alguien en algún lado tose. Siguen el grillo, la General Paz y las hojas de los árboles que, sin dar mayor dato, cada tanto insinúan que algo más pasa. No tengo remate, no sé qué es más que una madrugada de martes, una noche de lunes, en un barrio casi periférico de la ciudad de Buenos Aires. Pienso un remate, pero me lo olvido. Estoy cansada. La noche está linda pero me dio un poco de frío. Doy una última seca y dejo caer el pucho encendido en la vereda. Golpea las baldosas grises. Entro antes de que se apague del todo. Necesito saber que algo más pasa cuando todos dormimos; aunque sea una llamita muriendo en una baldosa. Suena una sirena. La ignoro. Y entro.

7 de octubre de 2013

Hace un año


Hace un año era domingo, Venezuela elegía presidente y nosotras concluíamos el 27° Encuentro Nacional de Mujeres en Posadas, Misiones.
Era domingo hace un año y nosotras llegábamos a la catedral, cantábamos y bailábamos mientras ellos rezaban padres nuestros para librarnos de todos nuestros pecados de brujas locas y malas. Era domingo y ellos rezaban y nosotras marchábamos mientras nos preguntábamos por entre las banderas y los hombros y las tetas al aire qué había pasado en aquella, la tierra del joropo.
Se había sentido ese domingo de octubre la ausencia del siempre presente colectivo de mujeres venezolanas que colorean los Encuentros con su interminable paleta de cuestionamientos y debates y voces latinoamericanas de esas que a veces parecemos olvidarnos, nosotras, las que bien al sur vivimos. Se había sentido su ausencia aunque sus saludos y abrazos habían llegado con la misma fuerza de cada año, renovados esta vez por un triunfo indiscutible. Chávez había sido reelecto con un 54% de los votos. El mismo número había acompañado a Cristina Fernández de Kirchner, un año antes, en nuestro país.



Hoy no es domingo, sino lunes, y se anuncia que nuestra presidenta será intervenida quirúrgicamente por un hematoma en su cabeza. Hoy es lunes y Chávez ya no está con nosotros pero las compañeras venezolanas agitan sus banderas más alto y fuerte que nunca. Hoy pasó un año, y en él un manojo de hechos movilizadores que todavía intentamos equilibrar, analizar y entender. 

Hoy, seguimos buscando y debatiendo y sientiendo igual o quizá más o tal vez distinto.
Hoy, entendimos. Y hoy, elegimos. Elegimos amor


16 de julio de 2013

es compulsión pero no la sueltes

cuando todo parecía haberse esfumado, cuando la rutina creía haber ganado la pulseada, algo volvió

(es compulsión, pero no la sueltes, agarrala, apretala, fuerte, no la sueltes)

el cuerpo vuelve a pedir sangre y reaparece el sol, la transpiración, los tambores, el continente todo.
ese todo que parece tan lejano desde acá, desde el asfalto occidentalizado, desde la sequedad del invierno
–un invierno ni siquiera tan frío. ni siquiera.

es compulsión pero abrazala. no releas no corrijas no borres
no hay nada más ridículo que pensar los impulsos

es compulsión,
y la compulsión
es.