16 de marzo de 2011

De las plumas más humildes (*)

(*)http://www.youtube.com/watch?v=k4sp_0ZUv8w



Su poesía es tan dura como sensible. Tan real como soñadora. Le escribe al encierro como a la noche y a la libertad como al amor. Su hoy parece todo sol, pero sigue viajando entre atardeceres y madrugadas buscando las estrellas que todavía no brillan, buscando en lo áspero la sensación de vida, de aquello por hacer.
Camilo Blajaquis (seudónimo de César González) es un joven poeta que se reconoció como tal mientras cumplía una condena de 5 años en una celda carcelaria. “Si viniera un extraterrestre a estudiar cómo vivimos en la Tierra, seguramente diría: 'Mirá qué boludos, se encierran entre ellos'“, bromea casi morbosamente, al tiempo que explica la famosa paradoja de que los grandes criminales se paseen de traje por el mundo mientras los penales están llenos de pobres. A Camilo las reflexiones se le salen de a borbotones por los poros y, aunque intenta frenarse con reiterados “Bueno, lo dejo acá...“, continúa poniendo en palabras propias y sencillas los más complejos conceptos de Foucault o Deleuze. El academicismo bajado a la tierra resulta un gesto casi natural en su expresión, seguramente envidiable para gran cantidad de referentes del mundo intelectual.

Habla de la moral burguesa, de la televisión basura, de su barrio. Sabe por qué pasan las cosas, por qué estuvo donde estuvo, por qué cada persona ocupa el rol que ocupa. Se pasea por argumentos anarquistas y socialistas, haciéndolos convivir en sana contradicción. Por momentos parece un niño, pero sólo por momentos. Quizás sea la combinación exacta entre la madurez militante y la honestidad infantil. Quizás sea que la transición del niño al adulto le sucedió en un mundo que no distingue etapas, subjetividades o individualidades.

Sin embargo, Camilo no busca presentarse como el “villerito tierno que se recuperó“ (sic). Camilo es un poeta que tiene una historia –todos los poetas tienen sus historias– y que además tiene un presente, en este caso diferente a su pasado, al cual exprime literaria, filosófica y empíricamente.

Punto.
Es que esa afirmación es tan verdadera que me incomoda, me interpela, me hace preguntarme, entonces, por qué estoy ahí, en la presentación (o despedida, como la llamó él) de su libro, o por qué no estoy en otra, si tan sólo leí algunas poesías y escritos en su blog, si tan sólo lo escuché alguna que otra vez en entrevistas radiales donde hablaba más de su vida que de su escritura.
Me lo pregunto y no sé, o no quiero saber, o es que aprendí a convivir con una duda constante frente al mundo, y sobre todo frente a mí.
Entonces, casi sin más remedio, me quedo en silencio. Porque hoy, el que tiene la palabra, el artista, el poeta, es él.
Y de verdad es bueno.



Leelo: http://camiloblajaquis.blogspot.com/


2 comentarios:

Te lo digo con amor dijo...

Caro, gracias por compartir conmigo algo tan personal, salido del alma y puño y letra de tu viejo...
Demàs està decirte que me ha encantado...
La poesìa se escribe desde el amor y desde el dolor, es pasiòn y es desgarro. Emociòn en estado puro, sin corazas ni filtros.
Un abrazo y me encanta que sigamos en contacto,
Graciela

Flake dijo...

Hace mucho que no venia por tu blog.
Muy groso este pibe, te recomiendo la revista-fanzin "Todo piola?" que también dirige.

Te mano un beso desde las sierras cordobesas.